Hoy, nos despedimos físicamente, pero tus huellas perdurarán eternamente en nuestros corazones. No hay palabras que puedan abarcar el dolor de tu ausencia, pero quiero recordarte con amor y gratitud por el regalo precioso que fuiste en nuestras vidas.
Tu luz, tu risa, y tu amor incondicional han dejado una marca imborrable en cada rincón de nuestro ser. Aunque tu presencia física ya no nos acompaña, tu espíritu vivirá en cada recuerdo, en cada sonrisa compartida, y en cada momento que compartimos contigo.
Aunque el vacío que dejas es abrumador, elegiré recordarte por la alegría que trajiste a nuestras vidas. Tu legado será el amor que sembraste, y a medida que enfrentamos la oscuridad de tu partida, encontraremos consuelo en la luz que irradiaste mientras estuviste con nosotros.
Descansa en paz, querido Guille. Siempre serás nuestro amado hijo, y llevaremos tu memoria con nosotros mientras continuamos el viaje de la vida. Que encuentres paz en el abrazo eterno del universo.